martes, 10 de agosto de 2010

El problema con los suui

El problema con los suui es el segundo cuento inédito que subo al blog y, como La Brecha, aparece bajo licencia Creative Commons (con atribución, para usos sin fines comerciales, trabajos derivados ni modificaciones). El texto completo de los permisos, aquí:BY-NC-ND 3.0 







Mensaje del Gobernador de Chara 4 al Canciller del Cuarto Sector
Como usted recordará, señor Canciller, cuando llegamos al cuarto planeta de la estrella Beta Canum Venaticorum (mejor conocida como Chara), descubrimos un número de especies nativas sorprendentemente pequeño. Hubo una cantidad de teorías al respecto en su momento, pero de todos modos, y a pesar de las sospechas y advertencias de Sir Yuli Garcí, seguimos adelante con la colonización [Ref: D556].
Por si no recuerda aquellos avisos y la situación que les dio origen, encontramos en el cuarto planeta de Beta Canum Venaticorum una prevalencia notable de vegetación suculenta, cactus y esa clase de plantas, enormes zonas desérticas, algunos pocos insectos y un solo tipo de vida animal más avanzado, los suui-Drimaliath, llamados lagartijas por los colonizadores, dado su parecido con ciertos pequeños reptiles que hay en muchos planetas. También hallamos vestigios de una civilización que había alcanzado un nivel muy alto de industrialización, así como fósiles de innumerables especies recientemente extinguidas [en el orden del millón de años; Ref: D4432223-H]. Esto le ganó al planeta Chara 4 los motes de Cementerio 4 y Mundo Cementerio.
Los suui son de color marrón grisáceo, con seis patas y una larga cola, se mueven en grandes grupos y son muy rápidos. Notamos que eran curiosos, gregarios, pacíficos y que no representaban ningún peligro para los colonizadores. Estábamos equivocados.
Por un motivo que sólo recientemente hemos venido a descubrir, y que se alinea perfectamente con las oportunas advertencias de Sir Yuli Garcí, el problema con los suui no es su agresividad; tampoco son venenosos, su piel no es tóxica; de hecho, su carne es comestible y contribuyó en gran medida a suplir los escasos recursos con que los colonos contaban al asentarse. El problema con los suui es su número.
Si me he tomado el atrevimiento de enviarle este mensaje es porque, aunque resulte difícil de creer, la vida de los 150.000 colonos de Chara 4 está hoy en serio peligro. Si no se hace nada en los próximos 15 días (Garcí anticipa que podría ser mucho menos) existe la posibilidad de que no resulte posible aterrizar y despegar del planeta, haciendo inviable un rescate que, en las actuales circunstancias, créame, se ha vuelto perentorio.
Quizá parezca inconcebible que una forma de vida elemental haya puesto en jaque a nuestra avanzada tecnología pero, por desgracia, nos enfrentamos aquí a un fenómeno del que no tenemos noticia en ninguno de los más de 300 mundos colonizados, una situación tan anómala que no hemos encontrado forma de contrarrestar. Para que comprenda lo desesperante de nuestra situación actual, me permitiré profundizar un poco más.
El primer incidente serio con los suui fue registrado hace unos tres meses en la estación Llanvirn. Poco después de asentarse, los colonos informaron que estaban siendo visitados por un gran número de lagartijas. Como en otras latitudes, no descubrieron más formas de vida avanzadas, pero aquí los suui eran particularmente numerosos. Cuando pedimos un feed de video, nos convencimos de que la base estaba frente a una amenaza cierta y se dio la orden de neutralizarla. Aunque –como usted sabe– está prohibido aniquilar especies nativas, las imágenes mostraban que el terreno alrededor de Llanvirn estaba literalmente cubierto de suui. Los colonos no podían salir en vehículos, que quedaban empantanados en un lodazal de criaturas aplastadas. Intentaron también transportes de oruga y, por último, sólo los aéreos fueron capaces de abandonar la base. La vista aérea que nos enviaron fue estremecedora. Desde el asentamiento y hasta unos 100 kilómetros a la redonda había una alfombra viviente cubriendo el terreno hasta una altura de 90 centímetros.
Por desgracia, se dio la orden de exterminarlos.
Se utilizaron lásers y antimateria desde los aéreos del ejército adjunto. Tras una semana, unos veinte kilómetros en torno de la estación estaban libres, aunque calcinados. El resto de los suui desaparecieron entonces y creímos que, a pesar de ser una especie primitiva, habían comprendido el mensaje.
No obstante, dados los antecedentes y las ideas expuestas por Garcí, di la orden de vallar la base Llanvirn. Para acelerar el proceso, se construyó una empalizada con nanoagentes. Nueve metros de alto y un metro y medio de ancho. Pasaron dos meses sin novedad y los colonos pusieron su estación en marcha y hasta comenzaron a producir alimentos en la zona restringida.
Una tarde, recibimos un llamado urgente de la Estación Llanvirn. Las cámaras instaladas sobre la empalizada mostraban una nueva invasión de los pacíficos pero excesivamente curiosos suui. El número ahora era inmensamente mayor. La masa de animales tenía más de tres metros de altura y avanzaba como un coloide. Supusimos que la empalizada les pondría freno, pero no fue así. Poco después de las 11 de la mañana del día siguiente, con oleadas de ocho metros de altura, la pared cedió. Impotentes, vimos los intentos de los soldados del ejército adjunto por detener la invasión. Fue demasiado tarde. Los suui aplastaron todo a su paso.
Llanvirn, como usted fue informado oportunamente, fue arrasada. No pudieron salvarse más que dos aéreos, que recibieron la orden de regresar cuando fue evidente que nada más podían hacer.
La orden del Comando General fue, entonces, investigar la forma de vida y disponer inmediatamente de defensas adecuadas, aunque no se pudo anticipar cuáles podrían ser tales defensas, luego de que los suui derribaron una empalizada capaz de soportar cualquier forma de energía conocida y una presión de más de 2 millones de atmósferas. Los puestos de guardia armados para alerta temprana fueron igualmente inútiles.
Hace tres meses, luego de trabajar sin descanso sobre el problema, el equipo de Sir Yuli Garcí emitió un diagnóstico que, fatalmente, también fue desoído.
Garcí confirmó que los suui no representan ningún peligro por sí mismos. El problema es que su ciclo reproductivo está directamente relacionado con la muerte [Ref: D665545-0]. Si un suui muere, sobre todo si muere violentamente, su cuerpo se transforma en un ovitor, es decir, gran parte de sus sus células haploides se transforman en cuestión de horas en diploides. Cuanto más se destroza el cuerpo del suui, más haploides se vuelven diploides, dando origen a un mayor número de nuevos organismos. En esto son prácticamente idénticos a las nemuras terrestres. Pero hay un segundo mecanismo, tal vez más aterrador.
Los suui parecen ser sensibles al número total de individuos en un radio de, como mínimo, cinco kilómetros (Sir Garcí no pudo experimentar con distancias mayores sin salir de la zona de restricción). Si ese número se reduce en 1 en ese radio, no hay cambios en los restantes individuos. Pero si se reduce en 2, el número total se eleva al cuadrado. Para que tenga una idea de la dimensión de este fenómeno, si de una población de tan sólo diez suui se quita a dos, aún sin matarlos, los demás se multiplicarán por división asexual hasta alcanzar el número de 64. Si luego quita otros dos, se obtienen 3844 organismos. Esto ocurre en en un período que varía de veinte minutos a doce horas. Ignoramos de qué depende esta variación, pero podría estar relacionada con la cifra de individuos eliminados. Por lo tanto, el uso de armas de alta energía, que vaporizaban cientos de miles de suui hacían que todos los demás, quizás varios cientos de millones, se multiplicaran a la potencia correspondiente. La receta para el desastre estuvo escrita desde el principio para la estación Llanvirn, y posiblemente para todos los colonos en Chara 4, si no se toman medidas de evacuación urgente.
Por desgracia, insisto, las advertencias de Sir Yuli Garcí no fueron escuchadas. Su consejo fue abandonar el planeta de inmediato. Hoy esto ya no es posible. Hemos puesto tres satélites en órbita geoestacionaria y el panorama no sólo es pasmoso, sino que desafía la comprensión humana sobre los procesos naturales. Los casi 9 millones de kilómetros cuadrados del continente A2, donde estaba la estación Llanvirn, se encuentran cubiertos de suui hasta 400 metros de altura. Su peso ha provocado terremotos en el territorio, lo que combinado con la caída de masas de suui al océano está causando tsunamis en el archipiélago J5 y el continente inmediato, A1. Hemos relevado la plataforma marina y sabemos que el número de suui está multiplicándose a una velocidad exorbitante también bajo el agua. Las predicciones son dantescas.
Le ruego, señor Canciller, que ponga en marcha de inmediato una operación masiva de rescate en Chara 4.

Firmado: Ian Marko XII, Gobernador de Chara 4


***


Interrogatorio a uno de los militares sobrevivientes de la Operación Nubot en Chara 4
- Diga, por favor, su nombre, su rango y su número de registro.
- Coronel Rjian Ordel, 45456626.
- Gracias, coronel, tome asiento, por favor. Este interrogatorio es parte de la investigación sobre la tragedia de Chara 4, usted no está imputado y es, como ya se le informó, un testigo de lo ocurrido allí.
- Estoy enterado.
- ¿Cuál era su misión?
- Insertar las nanomáquinas en BCV.
-¿BCV?
- Beta Canum Venaticorum. Es muy largo para decirlo durante una operación militar. Usamos esas siglas. O decimos Chara.
- Entiendo. ¿Usted sabía cuál era la función de esas nanomáquinas?
- No en detalle. Pero se me informó de lo que estaba pasando en el planeta. Los científicos saben más sobre eso.
- Desde luego. ¿Usted estaba al mando de su crucero?
- Sí.
- ¿Puede relatar los hechos, tal como los recuerda?
- Llegamos sin incidentes, delante de las naves de rescate, insertamos las nanomáquinas como teníamos ordenado, y todo iba bien... bueno, salvo porque veíamos gran parte del planeta cubierto por una masa de color marrón grisáceo. Pero luego de unas dos horas de insertar las nanomáquinas el planeta pareció aumentar de tamaño muy rápidamente. Todas las naves nos alejamos como consecuencia. No sabíamos qué estaba pasando. Las comunicaciones con las sondas se cortaron y unos minutos después también las señales de los satélites. Nos quedamos ciegos.
- ¿Y entonces?
- Chara 4 tiene prácticamente el tamaño de la Tierra.
- Sabemos eso.
- Aumentó muy rápidamente hasta el volumen de un planeta joviano.
- La División Científica opina que el planeta en sí no cambió de tamaño, y que el aumento en el volumen de BCV fue causado por un número inconcebiblemente grande de organismos.
- Eso dicen. Yo no lo entiendo. Todas las cosas vivas necesitan energía para crecer y multiplicarse. Las lagartijas son un problema, concedido... ¡Pero reproducirse a esta escala!
- Cálmese y deje ese tema a la División Científica. Qué ocurrió después.
- Chara 4 siguió aumentando de tamaño. Superó en menos de un cuarto de hora la cifra tope que conocemos para sistemas jovianos, 2x1032 kilogramos... y no dejó de crecer, ni en volumen ni en masa. Pensamos que iba a colapsar. En realidad, estábamos seguros de que eso ocurriría de un momento a otro.
- ¿Por qué?
- Los planetas jovianos son miles o varios miles de veces más grandes que un planeta como Chara 4, pero su masa es sólo unos cientos de veces mayor. Son puro gas, salvo el núcleo, son mundos gaseosos.
- No en este caso.
- A juzgar por su masa, no, definitivamente. Así que pasó lo que tenía que pasar. De pronto, colapsó. No tengo los números, pero diría que se redujo a una décima parte del tamaño que tenía originalmente, o algo así. Ordené apartarnos a máxima velocidad hasta el anillo donde aguardaban las naves de rescate, porque los análisis espectrales mostraban mucha actividad en el planeta, mucha inestabilidad, y además la masa, no así el radio, seguía aumentando. Unos veinte minutos después, centuplicó su tamaño, envolviéndonos por completo. Como estábamos advertidos y en posición, ordené máxima potencia y pudimos escapar, pero fue un salto desprolijo y la nave salió muy dañada. Nos terminaron rescatando las naves que estaban allí para socorrer a los colonos.
- ¿Hubo muertos en su nave?
- Diecisiete.
- ¿Se le informó más tarde de lo que ocurrió en Chara 4 después de insertar las nanomáquinas?
- Nosotros no fuimos los únicos que las insertamos. Otras doce naves realizaron la misma operación.
- Lo sabemos, y le repito que no está siendo acusado por el desastre. Ninguna de las otras naves logró escapar a la anomalía gravitacional. Ese es el motivo por el que estamos interrogándolo.
- Se me informó de lo que ocurrió, sí.
- ¿Por escrito?
- Verbalmente, pero mi superior estaba leyendo un documento de la División Científica del Cuarto Sector.
- ¿Su nave fue la que envió las sondas para recolectar especímenes?
- Sí.
- ¿Esas sondas llegaron a bordo?
- Sí, antes del inicio de la operación.
- ¿Se dañaron durante la maniobra de escape?
- No, permanecen intactas.
- ¿Los especímenes?
- Hasta hace una hora, antes del transporte para esta reunión, estaban bien.
- Gracias, coronel.


Interrogatorio al Jefe de la División Científica del Cuarto Sector sobre la tragedia en Chara 4, Doctor Moru Hu Kolen
Frente a la gravísima crisis presentada en Beta Canum Venaticorum 4 (Chara 4) el Comité Ejecutivo evaluó que no sería posible una evacuación sin antes detener el proceso de multiplicación de la especie nativa conocida como suui (Ibraina suui Drimaliath). Se tomó entonces la decisión de cancelar dicho proceso por medio de nanomáquinas diseñadas para disolver todo individuo de la citada especie con el fin de rescatar a los colonos. Se tomarían especímenes para repoblar el mundo más tarde y se colocaría en órbita un advertidor. Chara 4 sería abandonado. Los modelos computarizados [Ref: 6605; Ref: 6606] dieron como resultado que la operación tendría éxito en el curso de 24 horas. Pasado ese tiempo, las nanomáquinas cesarían en sus funciones para evitar el efecto conocido como Grey Goo [Ref: 8668].
Los datos de las sondas enviadas junto con las nanomáquinas mostraron un desarrollo completamente diferente de los acontecimientos a partir del minuto 127 de la operación.
Este es el registro del interrogatorio al Dr. Hu Kolen, Jefe de la División Científica del Cuarto Sector, sobre el particular:
- ¿A su juicio, Dr. Kolen, la implosión del planeta fue causada por los nanites?
- ¿Nanites?
- ¿No llaman ustedes así a las nanomáquinas?
- A las nanomáquinas, sí. Pero lo que enviamos a Chara 4 eran nanomáquinas de ADN. Nubots. Y no hubo exactamente una implosión, si me permite aclararlo, sino un colapso gravitatorio.
- Ajáh. ¿Piensa que sus nubots causaron la destrucción del planeta y la muerte de los 150.000 colonos que habitaban en él?
- Contribuyeron, pero el desastre fue causado por los suui. Y sobre todo por la negligencia de las autoridades, que debieron haber rescatado a los colonos inmediatamente después de Llanvirn, como aconsejó Sir Garcí.
- Exactamente qué sabe la División Científica sobre lo que ocurrió.
- ¿Exactamente? Muy poco. Las sondas indicaron un comienzo normal de la operación. Las nanomáquinas eliminaron una cuarta parte de la población de suui en un par de horas. Veníamos muy bien, por delante del cronograma que habíamos previsto.
- ¿Y entonces?
- Entonces ocurrió algo inesperado.
- ¿Inesperado? Aquí tenemos un documento del Dr. Garcí que daba la pauta de que la reacción de la especie frente a la destrucción de sus individuos es multiplicarse exponencialmente.
- Yo contribuí con la modelización de algunos de los ensayos que usted menciona, señor. Fuera de Garcí, que en paz de descanse, sé más de los suui que ninguna otra persona. Y permítame corregirlo en algo. Las poblaciones de estos organismos no aumentan exponencialmente cuando se ven amenazadas. Es mucho peor. No tenemos un número de Euler aquí. Eso estaba previsto en las proyecciones.
- No obstante, confiaron en el procedimiento.
- Confiamos en que las nubots serían más rápidos que el proceso de reproducción de los suui.
- Y no fue así.
- También creímos, porque ese es un vacío en el documento de Garcí, y ya no teníamos la posibilidad de verificarlo, porque las comunicaciones con Chara 4 se habían cortado, que los suui tenían un techo para sus reproducción. Todas las poblaciones lo tienen. Habíamos hablado de la posibilidad de usar nubots con Garcí, antes de que Chara 4 quedara aislado. Él estuvo de acuerdo. Consta.
- Pero siguieron reproduciéndose sin límite.
- Eso parece, al menos. No podemos estar seguros.
- No comprendo la relación entre ese techo y el que las nanomáquinas no hayan dado abasto. ¿No iban por delante del cronograma?
- El problema fue precisamente que los nubots sí dieron abasto.
- No entiendo.
- Los nubots copiaron el modelo de reproducción de los suui. Se adaptaron para cumplir con la misión.
- ¿Cómo hicieron eso?
- Ese es el problema. No podíamos usar nanoides convencionales porque sabíamos que muchos se perderían en el transcurso de la operación, y difícilmente tendrían acceso a materia prima para recomponer los ejemplares destruidos. En cambio, nuestros nubots pueden tomar componentes biológicos para hacer copias de sí mismos.
- Sabemos eso.
- Lo que no podíamos saber, insisto con que hubo poco tiempo, es dónde, en qué parte de los suui estaba inscripto su mecanismo de reproducción. Tal parece que al incorporar el material biológico más abundante con que contaban en ese momento, adquirieron también la habilidad de multiplicarse al mismo ritmo, en la misma escala y sin límite, exactamente como los organismos que pretendíamos neutralizar.
- ¿Era un riesgo previsible?
- Nos tomó por sorpresa.
- ¿De dónde estima que sacaban energía los suui para mantener semejante ritmo de reproducción?
- Lo ignoramos, pero estoy bastante seguro de que en condiciones naturales nunca hubieran alcanzado las cifras que causaron la actual situación en Chara 4.
- ¿A qué se refiere?
- La integración de material de los organismos por parte de los nubots no tiene por qué haber sido unilateral.
- ¿Quiere decir que se asociaron?
- Algo así.
- ¿Podría ser más específico?
- No por el momento. Intentamos ahora tomar muestras en la..., bueno, en la capa externa del fenómeno.
- ¿Estiman que va a seguir creciendo?
- Me temo que sí.
- ¿Alguna proyección de la tasa de crecimiento?
- No por el momento, pero sabemos que se está acelerando.
- ¿Cuánto más podría crecer?
- No lo sabemos.
- ¿No debería colapsar pasado un punto?
- No necesariamente. Si la masa no es lo suficientemente densa, no.
- ¿A qué velocidad está aumentando de tamaño en este momento?
- Aproximadamente 1 millón de kilómetros por día. Pero se acelera, insisto. Si el fenómeno está siendo causado por la pérdida de organismos en la superficie, entonces la tasa de crecimiento tenderá a acelerarse cada vez más, es obvio.
- ¿Cómo subsisten los organismos en el interior?
- Eso ya no importa. O bien ya no son los suui que conocimos y se han combinado con los nubots que inyectamos, o bien al extinguirse se reproducen, o bien se han modificado para darle sustrato a las capas externas expuestas a la luz solar, que en este momento sospechamos que siempre fue la fuente de energía de los suui. Y también de nuestras máquinas de ADN, dicho sea de paso.
- Garcí determinó que los suui se alimentaban de vegetales.
- Sí, estudié ese asunto con él. Pero los suui consumían plantas de una forma muy diferente de los organismos que conocemos. Bien podía ser una forma de nutrición alternativa, o bien simplemente interpretamos mal los datos y estos animales no son exactamente animales, ni vegetales. Si se nos autoriza, usaremos los que rescatamos de Chara 4 para profundizar estos conceptos. Soy de la idea de que nos encontramos frente a organismos que no califican ni como vegetales ni como animales. Quizá son animales fotosintéticos, y quizá poseen otros medios de convertir la luz solar o las radiaciones de alta energía o cualquier otra cosa en sustento. Considere esto: no hemos tomado en cuenta el hecho, ya comprobado en bacterias y, en otros mundos, en seres mucho más complejos, de que evolucionen de a saltos frente a condiciones extraordinarias.
- ¿Cree que es seguro mantener con vida los especímenes recolectados antes del desastre de Chara 4?
- No hay una decisión unánime. Mi opinión es que hay que destruir esos especímenes, ya han mostrado lo que son capaces de hacer. Pero hay quienes opinan, y no tengo argumentos sólidos para restarles razón, que son la única fuente de conocimiento con que contamos para... bueno, para lo que sea que podamos hacer.
- ¿Somos capaces de destruir esos especímenes?
- En un número pequeño como ese, sí.

***

La abominación cósmica siguió aumentando de tamaño, gris y opaca, con una protuberancia cada día más evidente apuntando a Chara. Beta Canum Venaticorum era una hermana casi gemela del Sol originario, distante sólo 27 años luz, y buena parte de los expertos de la División Científica juzgó con alivio que la tendencia de la anomalía de dirigirse a la estrella pondría fin a la crisis. Nada podía contra un sol.
Moru Hu Kolen no estaba de acuerdo. La bestia, como la habían apodado, había pasado a unos 500.000 kilómetros del primer planeta del sistema, y la influencia gravitatoria de este mundo de roca hirviente, raro por su enorme tamaño para una órbita interior, no aplacó el avance del fenómeno. A juicio de Kolen, no los esperaba el final de la crisis, sino una prueba. La lucha entre la bestia y la estrella daría el veredicto, no los modelos computarizados que ya habían mostrado ser inciertos y muchas veces falaces.
Los cálculos consignaban que el encuentro entre la abominación cósmica y la estrella se daría esa noche, cerca de las 4 de la mañana de la hora local del Koma, la nave insignia de la Comandancia del Cuarto Sector.
No quedaba ya mucho por hacer. Luego de enormes esfuerzos y muchas sondas devoradas por la anomalía, habían logrado extraerle una muestra. Descubrieron, sin demasiado asombro, que estaba compuesta por nubots con ADN suui. La persistencia ciega de las máquinas humanas y el insaciable ansia de reproducción de los extraños animales del desaparecido Mundo Cementerio. Contenían, extrañamente, un mapa completo aunque inactivo del ADN de los suui. Los llamaron suuibots y advirtieron que habían evolucionado para aprovechar cualquier fuente de energía, desde el viento solar hasta la gravedad de un planeta cercano, desde las ondas de radio de un cuásar distante y la simple luz del día hasta la energía cinética de una gota de rocío deslizándose por una hoja de hierba al anochecer.
Para Kolen, Chara estaba condenada.
Desde la sala de observación, los científicos, funcionarios de gobierno y militares no iban a poder hacer mucho más que mirar cómo la naturaleza arrojaba los dados para decidir la suerte de la estrella y el destino de muchos de los mundos habitados por los humanos en esa vasta región del espacio. Una inmensa pantalla exhibía la negra sombra del brazo de la bestia. Al lado, brillante, inocente e inmutable, Beta Canum Venaticorum, un blanquísimo astro tipo G. Si este tranquilo sol perdía la batalla, la nube seguiría creciendo hasta alcanzar el siguiente sistema, y así; no podían especular cuánto tiempo tardaría en moverse entre estrellas, pero si el horno de fusión nuclear de Chara, sano, maduro, robusto y en plena secuencia principal no lograba detenerla...
Kolen apartó el pensamiento de su cabeza. La proyección era demasiado terrible. Y él era el responsable.
Alrededor, una colmena de pantallas listaban datos y análisis. Kolen, sentado en su sillón de observador, auscultaba nada más el avance, ahora aparente, de lo que alguna vez había sido una especie de lagartijas en un mundo calmo pero ventoso, tan parecido a la Tierra que las fotos que enviaban los colonos a sus familiares no despertaban ningún interés, un mundo cuyo único pecado había sido concebir, en el azar de la filogenia, a los suui.
Eran las tres y veinte de la mañana y Kolen se encontraba solo. Confiados, sus colegas y los funcionarios civiles y militares se habían acostado a descansar un rato antes del encuentro entre la estrella y la bestia. A las tres y media hizo sonar la alarma de convocatoria. Previsiblemente, al menos para él, el fenómeno estaba acelerándose a medida que recibía más energía proveniente de Chara.
Notó algo entonces, mientras varias personas entraban bostezando a la sala de observación. Llamó una pantalla y verificó sus rápidos cálculos mentales. La estrella estaba condenada, pero lo que acababa de descubrir podía salvar los otros soles y los otros planetas en cientos de sistemas.
Pensaran lo que pensasen sus colegas, era claro que al inyectar las nanomáquinas de ADN habían creado algo que nunca iba a dejar de crecer y de buscar estrellas y, él sostenía, devorarlas, libar hasta su último Joule de energía. Pero, concentrados en Chara, habían pasado por alto un factor. Él también había pasado por alto un factor, hasta ahora. No quiso hacerse ilusiones, sin embargo, ni hablar del tema. Ya lo tenían por un pesimista. No cambiarían de opinión. Y, por otro lado, su carrera estaba terminada, de una forma u otra. Aunque las autoridades hubiesen decidido que no constaría en su foja de servicios, Kolen era el responsable de la muerte de 150.000 colonos y los 10.000 militares adjuntos, la pérdida de un planeta y la gestación de una anomalía cósmica que no figuraba en los anales de más de 500 años de exploración espacial, y que no sabían cómo detener. Para sus colegas, Chara destruiría a la bestia. Para Kolen también, pero no de la forma en que ellos creían. No era posible destruir la anomalía de suuibots progresivamente. La nube no se hundiría en Chara hasta consumirse completamente. Esa era una ficción estúpida, razonaba Kolen. La única manera de ganar la partida era borrar a la bestia de un plumazo. Un plumazo cósmico.

***

A las tres y cuarenta, el brazo de la anomalía se encontró con el límite de Roche. Las fuerzas de marea eran la primera línea de defensa de Chara. Como ocurre con los anillos de los gigantes gaseosos, la nube de suuibots sería destrozada por la feroz marea gravitatoria de la estrella; o al menos eso habían pronosticado los colegas de Kolen. Ni siquiera se asomaría a la parte más caliente de la corona. Pero, si llegaba a hacerlo, anunciaron, ese campo ardiente a un millón de Kelvin borraría sin esfuerzo todo lo que la bestia pudiera arrojarle.
Aquí termina esto –juzgó con suficiencia uno de los astrofísicos cuando el brazo de la bestia empezó a deformarse.
Aquí empieza”, pensó Kolen.
No se equivocaba. La invencible vocación reproductiva de la abominación, alimentada ahora por la energía de la estrella y –sostuvo luego Kolen– por las mismas fuerzas de marea, los campos magnéticos y el viento solar, formó un anillo en torno de Chara, mientras el resto de los suibots se agolpaba como una ola contra el límite de Roche. Finalmente, luego de veinte minutos de esfuerzo, con la estrella rodeada por un creciente corral opaco, el brazo venció la resistencia y siguió avanzando. Nadie dijo nada.
Ahora la masa gris estaba a menos de medio millón de kilómetros de Chara y sus efectos empezaron a hacerse visibles en ambas partes. El extremo del brazo se incineraba al hundirse en la corona y, como consecuencia, se reproducía a mayor ritmo. La estrella cometía el mismo error que tres meses atrás había arrasado la estación Llanvirn. Sobre su fotosfera se empezaban a formar manchas inmensas y cambiantes, producto de las aberraciones magnéticas inducidas por el brazo de nanomáquinas.
No puede ser que siga adelante. ¡Ahí hay un millón de Kelvin! –protestó uno.
Kolen sonrió con tristeza. Poco a poco, sin dar un paso atrás, con la paciencia de las plantas y la voracidad de las hormigas, el brazo de la anomalía penetró en la estrella, buscando su centro de fusión, allí donde nacía la energía y se formaban los materiales que necesitaba para seguir haciendo copias de sí misma.
Tenemos un problema –observó el sujeto encargado de las métricas.
¿Aparte de que está entrando en la zona de convección? –gruñó un militar.
Sí –terció Kolen, mirando una pantalla–. Chara 2 va a colisionar contra el fenómeno en unos minutos.
Que se dé prisa, porque ya no queda mucho tiempo –vociferó el militar, como si las estrellas, los planetas y las anomalías cósmicas estuviesen dispuestos a obedecerle.
La colisión no va a salvar a la estrella –juzgó Kolen.
Va a cortar el brazo de la anomalía –especuló otro de los científicos–, la va a dejar sin...
¿Sin qué, Wöll? ¿Sin aire, sin energía, sin qué? –preguntó suavemente Kolen.

***

Chara 2, otro enorme planeta rocoso y metálico, se fue acostando lentamente sobre el brazo gris de la anomalía. El silencio de estos choques monstruosos era abrumador y absurdo.
Ya tengo reducción de masa –informó el responsable de rastrear hasta el último instante la suerte del planeta.
No va a durar mucho –anunció Kolen–. Tres minutos para que esa cosa llegue al núcleo de Chara. Sugiero tomar más distancia, general.
¿Por qué? –gruñó el militar.
Reducción al 50 por ciento –estableció el que medía.
General, no tenemos mucho tiempo.
¿A qué distancia?
Démosle otras diez unidades astronómicas. Que el resto de la flota regrese a la base. Ahora.
El general esputó órdenes.
Chara 2 ya no existe –se oyó en la sala. La bestia se había devorado un planeta de roca y metales del tamaño de Neptuno en menos de 120 segundos. “Está hambrienta”, pensó Kolen.
Salto en un minuto –profirió la computadora de abordo.
OK, el brazo entró en el centro de Chara –estableció otro de los observadores.
¡Qué cree que va a ocurrir, Kolen, hábleme! –No era el mejor momento del general, pero Kolen no estaba jugando a las escondidas, sino mirando tres espectrógrafos y haciendo números en su cabeza.
Yo diría que la nube está envejeciendo el núcleo de Chara, inyectándole inmensas cantidades de materiales pesados. Mucho de ese material lo acaba de tomar de Chara 2. Ese núcleo va a estallar, más tarde o más temprano.
La nave saltó a 20 unidades astronómicas de Chara. “Más o menos la distancia de Urano”, sopesó Kolen; las viejas costumbres terrestres se negaban a desaparecer.
Chara empezó a oscurecerse, a medida que el núcleo tragaba elementos pesados y se recluía tras una corteza que le resultaría fatal.
¿Cree que 20 UA son suficientes, Kolen?
No, no lo son. Pero aquí es donde dejaremos un sensor. Uhrt, hágase cargo.
Chara se fue apagando lentamente, vacilante como un cirio. Al final, el sistema entero quedó en sombras.
El sensor está plantado, doctor.
¿Nos vamos, general? Esta vez tenemos que salir del sistema –dijo Kolen con una sonrisa resignada. Pensó: “De alguna forma hubiera esperado que una estrella gritase al morir, no sé por qué... qué tontería.” Y luego se dijo: “Chara va a gritar en partículas de alta energía muy pronto”.
¿A qué distancia? –preguntó el militar.
Lejos, general, muy lejos.

***

Esta vez la preparación del salto tomaría varias horas. Al principio, en medio del silencioso sistema solar oscurecido y agonizante, algunos no pudieron soportar la tensión. Se oyeron sollozos. Y no era por Chara.
La mayoría de los observadores fueron enviados a sus camarotes. La sala quedó vacía y en sombras. Kolen seguía sentado observando la inmensa pantalla principal. La estrella, cada tanto, desplegaba una erupción desesperada, aunque su atmósfera había ya desaparecido. La corteza no soportaba por momentos la presión en el núcleo, se fracturaba y dejaba escapar una bocanada de fuego nuclear a decenas de millones de Kelvin. Luego volvía a apagarse, exhausta. La bestia seguía obturando el ataúd solar con clavos de hierro y níquel. Pero Chara tenía todavía una última carta.
El salto del Koma a 1,76 años luz de Beta Canum Venaticorum, siete horas y cuarenta y tres minutos más tarde, coincidió casi perfectamente con la titánica explosión del núcleo de la estrella, una supernova como la que 480 millones de años atrás había causado el período de extinciones entre el Ordovícico y el Silúrico, en la Tierra. La bestia fue borrada casi de forma casi instantánea. Poco más de 8 minutos después la marejada de rayos gamma abatió la órbita del cuarto planeta, arrasando con sus últimos vestigios grises y famélicos.
El monstruoso destello se vio en gran parte de ese rincón de la galaxia y la Nebulosa de Chara se convertiría con los siglos en un nuevo espectáculo, rojo y azul, en el cielo de los mundos cercanos.

***

Ciento ochenta años después, en los atardeceres apenas tibios de finales de la primavera, los habitantes de la colonia Miria en Epsilon Eridani 3 presencian durante varios días un raro espectáculo atmosférico, mezcla de aurora boreal y lluvia de estrellas.
Las veloces y curiosas lagartijas aparecerán a mediados del verano, como las dalias y las cigarras importadas de la Tierra.
El gobernador de Epsilon Eridani 3 escribirá su primer informe al Canciller del Segundo Sector en los primeros días del siguiente otoño.

(CC) Ariel Torres 2008 - 2010
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